lunes, 11 de mayo de 2009

El síndrome de Down cambia su patrón

La maternidad tardía y el aborto inducido por un test prenatal alteran la frecuencia con que se presenta la anomalía
ISABEL PERANCHO

Ya se sabía que en España cada vez nacen menos niños afectados por el síndrome de Down. Y se sospechaba el motivo: la mayoría de las parejas que conoce, tras un diagnóstico prenatal, que su futuro hijo porta esta alteración cromosómica decide interrumpir el embarazo. Un estudio realizado en Asturias acaba de confirmar que esto es lo que ocurre en el 96% de los casos en que se recibe un resultado positivo. Pero la investigación revela que, al contrario de lo que pudiera parecer, esta cromosomopatía se detecta ahora con mucha más frecuencia que hace unos años, aunque no llega a percibirse, ya que el diagnóstico prenatal y el aborto están modulando su impacto.

Esta es la realidad que presenta el citado trabajo, publicado en 'Medicina Clínica', que ha analizado los datos de todos los nacidos (neonatos o fetos que fallecieron después de la semana 20 de gestación) y de los abortos inducidos por anomalías que se recogieron en el Registro de Defectos Congénitos de Asturias (RDCA) durante un periodo de 15 años (de enero de 1990 a diciembre de 2004). En este tiempo, se comprobó que la prevalencia de anomalías aumentó un 124%. Sin embargo, la tasa de defectos en niños nacidos permaneció estable.

Dos razones explican estos hechos. La primera, que las madres retrasan cada vez más la edad de tener descendencia. Un 30% de las mujeres concibe por encima de los 35 años, momento en que se dispara el riesgo de que el feto presente defectos congénitos.

La segunda tiene que ver con las mejoras del sistema sanitario. Las técnicas de diagnóstico prenatal detectan casos que antes no llegaban a contabilizarse, ya que acababan en un aborto espontáneo. Ello propicia que se sobrerregistren anomalías.

En concreto, en el plazo de estudio se contabilizaron más de 100.000 nacimientos y se registraron 356 alteraciones cromosómicas, de las cuales 176 fueron de bebés nacidos y 180 culminaron en un aborto. La prevalencia de cromosomopatías pasó de 22 casos por 10.000 nacidos al inicio a 48,6 al final. El trastorno más frecuente fue el síndrome de Down, que de una tasa de 13 casos por 10.000 llegó a 29,2 en 2004.

La incidencia de interrupciones voluntarias del embarazo se incrementó de forma paralela. En los primeros años hubo pocos abortos, pero crecieron a partir de 1995. Globalmente, la proporción de interrupciones de la gestación tras un diagnóstico prenatal positivo fue superior al 96% tanto en el caso de las alteraciones cromosómicas en general, como en el del síndrome de Down en particular.

La investigación corrobora cómo las españolas han decidido posponer su maternidad. Al principio del estudio, un tercio de las anomalías procedía de mujeres de 35 o más años. En el último periodo, el porcentaje era de dos tercios. Simultáneamente, la frecuencia de defectos en gestantes mayores de 55 pasó de un 9,6% a un 25,6%.

Los autores subrayan los «nuevos desafíos» que plantea la situación actual. Carmen Mosquera, miembro del grupo de trabajo del RDCA, reflexiona sobre «la necesidad de plantear medidas más allá de las sanitarias y tecnológicas, tal vez de tipo socioeconómico» con el fin de ofrecer oportunidades a las mujeres «para que se informen y puedan tomar decisiones, como planificar antes su embarazo».

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